YOPAL… SEGURA?

Es la pregunta que nos hacemos los pobladores rurales y urbanos cada vez que tenemos que ser testigos presenciales o virtuales de los hechos de agresión e inseguridad que tristemente a diario van figurando en los principales titulares informativos de los medios de comunicación.

La inseguridad en nuestra región, vista desde una perspectiva histórica, es un tema que alcanzó la mayoría de edad hace tiempo, no es un tema nuevo. Localmente, desde hace varios años y sin interrupción, no ha pasado día alguno en el que se dejen de reportar víctimas de hurtos, atracos, “raponazos” a mujeres, invasión a propiedad privada, sustracción de elementos de vehículos, mermas en los comercios, fleteo, abigeato y cuanto delito pueda surgir de la hoy mal llamada “oportunidad que hace al ladrón”, pues estas se han venido convirtiendo en prácticas que cada vez son más atrevidas y audaces.

Y no es para menos, el delito se instaló en nuestro municipio, se organizó, ya creció y hace tan solo un par de semanas ocurrió lo que popularmente podríamos llamar “La Tapa de la Olla” del problema, cuando por hurtar una prenda de valor que portaba uno de los personajes más apreciados del sector comercial de nuestra ciudad, resultó ser víctima fatal de la delincuencia inhumana y despiadada, segando toda una vida llena de sueños, esperanzas y anhelos.

De inmediato, fue como si la desgracia ocurrida a un ser estimado por muchos hubiera hecho despertar a los responsables de mantener el orden y la seguridad en el municipio, del letargo que los venía consumiendo ante la dificultad para ofrecer alternativas de solución. Con frases como “Roban para su vicio” o “No hay que dar papaya”, hasta ese momento, manejaban con actitud involuntariamente relajada el tema, maniobrando por aguas bajitas, con acciones de alcance mediano y justificando su fallo en que la crisis local se debía al reflejo de la situación que a nivel nacional se vive por los estragos derivados del covid-19, lo que estaba ocurriendo en nuestro municipio.

A falta de una correcta percepción por parte de la administración municipal sobre la intensidad del impacto negativo generado por la inseguridad en la sufrida población, se venían ventilando ante la opinión pública por el concejo municipal y por los medios informativos, las constantes quejas, llamados de atención, solicitudes y reclamos al alcalde, su secretaria de gobierno y las instituciones de apoyo. Era evidente que a pesar del esfuerzo, lo que se estaba ejecutando era un plan interdisciplinario donde la llamada “articulación”, no funcionaba y la ejecución de las acciones coordinadas no llevaba a ninguna parte efectiva y que por el contrario, había dado tácito permiso al crimen organizado, para que se instalaran, planearan y atacaran, al punto de pasearse como Pedro por su casa, a cualquier hora del día, en el lugar menos pensado, a cometer sus fechorías dentro y fuera del casco urbano, sin ninguna restricción ni ley que les preocupara.

Es de resaltar que la situación delictiva que presenta el municipio de Yopal en la actualidad no es para nada desestimable. Aunque en un principio estos hechos hubieran nacido como ocurrencias aisladas y espontáneas originados por una oleada de violencia mediática de algunos drogadictos y habitantes de calle en necesidad de satisfacer sus vicios y malas costumbres, hoy por hoy lo que se percibe es que esta práctica delincuencial se ha constituido en un sistema de supervivencia antisocial que opera premeditadamente y que pasó de operar en ciertas calles o avenidas poco transitadas o en horas de baja afluencia, a funcionar  en horario 7 x 24, durante todo el mes, sin contar festivos, épocas o días de descanso y lo peor, pasar del simple robo, que no deja de ser un delito infame, al homicidio sin piedad y sin medir las consecuencias derivadas de este acto, lo que resulta muy grave y en extremo preocupante.

Agravada esta situación por el impacto social y económico que no solo los departamentos sino que nuestro municipio también ha tenido que afrontar, el éxodo masivo de hermanos de nuestro vecino país aportó su cuota a la desestabilizaron en el normal transcurrir de la cotidianidad de la ciudad y del campo, lo que ha despertado hoy por hoy en la mente y el corazón de los habitantes de Yopal la añoranza del bienestar y la pasividad que otrora se respirara en el ambiente tradicional de la región, y que en su momento fuera el atractivo principal para muchos Yopaleños que por nacimiento o por adopción, establecimos nuestro arraigo en ese pueblito amañador, que siempre ha conservado en su mira la promesa de esperanza y de progreso para sus comunidades.

Tristemente, fuimos llamados a observar el fatal deceso de un amigo y conocido ciudadano, al igual que el que hace pocos meses ocurriera con una mujer que cayó de su moto por un “raponazo” de bolso y que al poco tiempo falleció en el hospital regional, producto del mismo modus operandi delincuencial. Tuvo que ocurrir la reciente fatalidad, para que la administración municipal reaccionara y se pusiera las pilas al exigir apoyo del gobierno central y sus instituciones a nivel nacional.

También para que gracias a esa gestión y en compañía del gobierno departamental se llevara a cabo el prólogo de una nueva etapa para ejercer la autoridad, lo que constitucionalmente debe ocurrir, confirmando así que el alcalde como primera autoridad del municipio es la cabeza responsable de mantener su seguridad local y con el apoyo de las instituciones como la policía y los demás organismos de investigación y control que están a su disposición ejercer su soberanía para perseguir, capturar y generar esquemas de operación integrados con la comunidad, que consigan por medio de colaboración combatir y erradicar el flagelo de la delincuencia en el municipio de Yopal. La comunidad ha estado siempre lista para hacerlo, hoy más que nunca.

Dos semanas después del hito que generó la crisis, con algunos cambios de mando en la institucionalidad y directivas estratégicas orientadas por la plana de gobierno, se empieza a sentir de nuevo la presencia del cuerpo policial en las calles, patrullando, requisando, prestando atención a lo que antes debió habérsele prestado, una simple acción que siempre se había solicitado pero que por algún motivo que hoy no es claro para la opinión pública, no se llevaba a cabo en su momento.

Ad portas de la llegada de un equipo interinstitucional especializado en controlar situaciones de seguridad y  que aparentemente va a dar inicio a la solución de este delicado problema que hoy se ha enquistado en la sociedad Yopaleña, nuestra sociedad se encuentra a la expectativa de la solución de una situación incómoda con la que se ha tenido que convivir a pesar de los esfuerzos de la alcaldía, que ha cobrado por decenas algunas víctimas delictuales y algunas otras fatales, pero que desde todo punto de vista ya la ciudadanía no aguanta más.

El proyecto económico y social para el desarrollo de nuestra ciudad tiene sus bases en un ambiente urbano y rural atractivo para vivir e invertir. Somos un municipio esperanzado en prosperar construyendo una economía fuerte en el segmento del turismo, deseoso de planes sociales, dinámicas empresariales y comerciales, de emprendimiento agropecuario e industrial. Pero sin seguridad para la vida y los bienes de los actores es casi imposible mantener recursos invertidos en la región y poder crecer.

Esperemos con fe que los esfuerzos esta vez den resultado, no es un tema fácil de resolver, pero se requiere de mucha integración y voluntad, de estrategia y de colaboración ciudadana para erradicar al crimen organizado de nuestra ciudad.

Las mayorías electorales apoyaron la posibilidad de vivir en una ciudad segura, propuesta de la que poco se ha tenido retorno, por el bien del desarrollo y la dignidad humana de los habitantes de Yopal… hay que cumplirle.