Por Danier Porras Leal
El hombre pasó, la calle 24, congestionada avenida de Yopal, desde el parque de la Campiña, con la calle novena caminando, con cuidado, para intentar evadir el tráfico intenso que de noche pasaba por el sector. Su caminar, en ese momento, fue lento, pero seguro y su humanidad, no ocultaba el inevitable paso de los años.
Era, Hector Gómez Pidiachi, personaje yopaleño, quien ayer partió a la eternidad, dejando sus anécdotas y pasiones por una tierra, que vio crecer y en la que logró que la historia, de Casanare, no pasara sin que lo tuviera en cuenta.
Es la calle 24 junto al colegio de la Campiña, con un puente peatonal, que los ciudadanos utilizan muy poco y sirve mas bien de refugio, de los consumidores de “marachafa”, el lugar de una de las últimas vistas, que tiene el cronista, de su contertulio “ Godo Solo”.
Este sector donde apenas rugen los motociclistas, pasándose los semáforos en rojo, trae a la memoria a un hombre , que vivió en la capital del Casanare, desde antes de la aparición del petróleo, pero que dio de que hablar, mientras su energía se lo permitió.
¿Que hace un hombre octogenário, ex alcalde de Yopal, amigo de la esposa de Mariano Ospina Pérez y que estuvo siempre con los que manejaban, las intrícules del poder ; andando por ahí en la calle a estas horas, -dando papaya- que un loco de los que se pasan los semáforos en rojo, lo atropellara?
La razón era simple, él vivía en el barrio El Alcaraván un barrio cercano,que queda a tres cuadras del lugar y caminaba seguramente, para comprar algunos alimentos en el supermercado, que antes llamaban Don Toño.
Cuenta Ruben Darío, que él con su amistad con la clase gobernante de la época, en el nivel central, especialmente la conservadora, gestionó, cuando estuvo María Eugenia Rojas de Moreno, de gerente del Instituto de Crédito Territorial, la construcción de al menos tres barrios, en esta ciudad.
También fundó Capresoca, la EPS, que aún hoy en el siglo 21, sobrevive pese a sus dificultades en las finanzas y las preocupaciones de los actuales gobernantes sobre su futuro.
Hechos como esos, hacen que un ciudadano haga historia en un pueblo y por eso se afirma que, pasó por el mundo dejando cosas que mostrar.
Alcalde sin regalías
Su nombramiento como alcalde, se dio, según cuenta también Ruben Darío, en medio de muchas triquiñuelas políticas, que le hicieron, al final de las cuales, utilizando su amistad, con doña Berta Hernández de Ospina, salió el decreto para reemplazar a otro de sus copartidarios, con los cuales sus relaciones estaban algo distanciadas, Reinado Venegas.
Recuerda Ruben, quien era muy oído en la Voz de Yopal, que luego de ires y venires, obtuvo el documento como alcalde y luchó tanto por esto, que al final dobló las hojas del decreto y las guardó en el bolsillo de atrás y no se fue a posesionar inmediatamente, si no, enrutó a media cuadra a la Taberna de Jaime Reyes a celebrar con unas cuantas aguas maduradas, con cebada.
Como alcalde, hizo lo que pudo, con lo poco que le mandaban de Tunja y con lo que pagaban de impuestos los comerciantes o los dueños de los predios, que en esa época, eran mas bien incumplidos con sus obligaciones con el municipio.
El con su carácter fuerte y decidido, además de “lengua brava”, intentaba imponerse, para que recaudar los recursos, que permitieran hacer obras o ejecutar los proyectos, de su plan de gobierno, con algo de mano dura o ya con sugerencias respetuosas a los ciudadanos .
En esas épocas, ni se conocía el término, regalías, que después transformaron la provinciana y tranquila vida de estas tierras.
La verdad es que Hector Gómez Pidiachi, fue una persona que tuvo muy pocos pelos en la lengua, para: cantarle la tabla a cuaquier sute de escuela, como alguien dijo, en algún escrito, que el pensamiento dejó ir sin retener su contenido completo.
Godo Solo contaba con insistencia, su gestión, para recaudar los impuestos y sus ojos se posaron sobre el Cinema Casanare, de la familia Socha, que por esos años, tenía una nutrida concurrencia que le dejaba buenos ingresos, porque no tenía competencia.
Además el cine, tenía poca competencia de la televisión y los espectadores acudían en masa porque doña Martica Pérez de Socha, con su visión empresarial adecuó su teatro y trajo siempre las principales novedades que en materia cinematográfico se producían en Hollywod y otras mecas del séptimo arte, como Francia, Italia y México.
El alcalde, le gustaba ir a cine, pero mas le gustaba ver la cantidad de gente que llegaba y los ingresos, que se tenían por este concepto. La familia Socha aunque copartidarios, de Gómez Pidiachi, no tuvieron en esos tiempos, buenas relaciones con el mandatario, porque este comenzó a enviarles cobros, por el impuesto de industria y comercio.
El tema generó controversia y según él mismo contaba, eso provocó un grave distanciamiento, que generó hasta algunas “garroteras verbales ” de Ruben Darío, a la gestión de gobierno del mandatario, en solidaridad, con sus jefes.
La verdad sea dicha, nunca confirmamos o disvirtuamos, si Godo Solo, decía la verdad o si los Socha, si cumplían con el pago del impuesto.
Eso quedó para los anécdotas de la vida de Yopal y tampoco supimos si esos resquemores, entre copartidarios, siguieron o el tiempo hizo que todo se calmara.
Si usted amable lector sabe algo al respecto, nos lo puede dar a conocer, enviándonos su opinión a este medio.
Ruben Darío, mantuvo contacto con Hector Gómez hasta muy pocos meses de su partida y recordó el anecdotario, con el compartió en muchas ocasiones, cuando hacía el cubrimiento en la alcaldía, cuando su ubicación era la vieja casona, que es hoy el Museo 8 de julio.
Hector Gómez Pidiachi, era conservador, a ultranza, pero habilidoso para moverse entre los que tuvieran el poder tanto en Casanare, como en la Casa de Nariño y el Congreso.
Habilidoso, dicen unos, pero la mayoría, afirma que fue un hombre que supo capotear a los políticos y en algunos casos sacarles provecho.
Otros le dan un calificativo a estos personajes, que mejor aquí no damos, para recordar al contertulio, con afecto, que poco le hubiera gustado, que aquí le dieramos tal denominación.
Pese a todo vivió y murió, con pocos recursos no se le conocieron de grandes mansiones en los barrios nuevos de Yopal o lujosos apartamentos en Bogotá.
El cronista, lo recuerda sobre todo en las épocas, en que Ramiro Ruiz Gónzáles, procurador regional de la epoca, destituyó en inhabilitó a Emiro Sossa Pacheco, siendo gobernador de Casanare, por pocos meses.
Se conoce que la abogada, Rosa Helena Montañez, presentó una demanda ante el ministerio público, porque en un discurso, en El Morro siendo alcalde de Yopal, dijo a la gente que asistió a esa reunión, que votaran por Rodrigo Alberto Chaparro, para ser su sucesor y alguien le grabó, en un tiempo con el que ni soñar que se irían a inventar los celulares.
Emiro Sossa era muy popular y mucha gente de todos los partidos lo querían. Entre estos fanáticos del Emirismo estaban, Hector Gómez Pidiachi y Edilberto Barreto Vargas, quienes a pesar de militar en corrientes ideológicas muy distintas a las del destituído gobernador, lo apreciaban y eran sus amigos.
En esa temporada los Emiristas, eran mas fanáticos, que los Petristas hoy en día.
Beto Barreto y Gómez Pidiachi, compartían con el cronista principalmente, en La Pradera, el negocio, que funcionaba en un local de Raimundo Pérez, donde hoy queda el edificio de la Contraloria general de la republica.
El tema era “evaluar” juridicamente la salida de Emiro Sosa y buscar alguna alternativa que retornara al cargo.
Corrían ríos de cerveza y la evaluación, se volvió unas jornadas de disfrute con estos dos personajes, locuaces, dicharacheros y habla carreta, interminable .
Ahí se conoció al loco del machismo que le ha dado la vuelta al mundo, con sus descabelladas ideas y al godito, con su personalidad arrollante, pero eso sí con una verborrea inclemente, con quien no compartía sus ideas y amistades políticas.
Muchas veces, el saludo fue : “ periodista chucha”, porque no dice las cosas como son.
Fue buen oyente del medio, en que el cronista trabajaba y por años compartimos con todo su vigor y riqueza tertuliera .
Periodista, Chiflamicas fue uno de los términos que mas utilizaba en el trato.
Aunque no fue comunicador en medios, lo pudo ser perfectamente porque siempre estaba bien enterado, de lo que ocurría en Casanare y en muchos casos conocía los hechos, primero, que los pocos reporteros que habían en Yopal.
Además tenía una voz prodigiosa perfecta para locutor de radio.
Muchas veces chivió al cronista y la última “chiviada” nos la hizo el año pasado, cuando se supo del accidente en su avión del capitán Mauricio Medina y su esposa, quien lamentablemente murió en el hecho.
Recibimos sorpresivamente su llamada y preguntó: ¿Qué mas sabe del accidente? ¿Cuál accidente se le contestó?. “A vida verraca entonces se yo mas que usted de la noticia, periodista chucha”, fue su respuesta.
Los años pasaron y su garbo en el hablar y el desparpajo en el conversar, se convirtió en una conversación pausada y desente.
Ya no era el mismo, que sus años de vitalidad total, nos dijo que tenia algunos quebrantos de salud, pero que tenia calma por estos percances de la vida.
Lo de que era inclemente en su forma de tratar a los que consideraba deshonestos en el ejercicio del poder, no es un decir; dos palabras hablan claro de su forma de expresarse: “Ratas de alcantarilla”.
Se va otro contertulio, que compartió con la gente de El Relator del Llano, quedan gratos recuerdos, buena conversa y la satisfacción de intentar conocer a un hombre que , fue conservador, sin temores, en un departamento, de ideas liberales.
Dios le de el descanso eterno y a su familia, la paciencia para tolerar este dificil momento.